Definitivamente y sin lugar a discución, la teoria que vivimos en un paraiso de paz incondicional con nuestros vecinos Chile y otros, es considerada un hecho y una absoluta realidad; en este extremo de la verdad mantener unas Fuerzas Armadas, DESARMADAS, no equipadas, no entrenadas, etc etc, no tiene ningún sentido; quienes hoy las dirigen deberían renunciar cuanto antes junto con todo el personal castrense, y con la venta del obsoleto y mal mantenido equipamiento quizas alcance para construir algunas postas médicas, dudo que alcance para construir si quiera un hospital.
Nuestro vertiginoso crecimiento económico, según nuestros políticos, solo ha servido para que los ricos sean mas ricos, las trasnacionales exfolien nuestras riquezas, no sé por que me parece igual que en el 79 con el guano y el salitre, y nuestros gobernantes de turno se esten quedando pobres, pobres pero de valores, por que de billete dudo.
Lástima que en nuestra patria nos haya tocado siempre votar por el menos malo, al final pagamos las consecuencias, los responsables de la defensa nacional deben estar consultando el futuro con algún chaman (desubicado) de otra forma no se explican los hechos.
POlcese
EL COMERCIO 4-10-08
CRISIS Y DEFENSA NACIONAL
Por Hugo Guerra
La defensa es como una póliza de seguro que el Estado debe renovar
Ilustrado lector, en situaciones de crisis financiera mundial como la presente, uno de los fenómenos colaterales más peligrosos es la alteración de la paz. Así, el crack de 1929-1933 prologó la II Guerra Mundial.
Hoy, en pleno abismo especulativo estadounidense, Venezuela está introduciendo en la región componentes de amenaza bélica que alcanzan hasta el pronto desarrollo de armas nucleares. En paralelo, frente a la crisis boliviana Chile deja conocer que, a pese a ser ya la primera potencia militar del cono sur, dispone de US$3.000 millones para seguir incrementando su panoplia.
En un contexto tan volátil es acertada la propuesta de establecer un canon a la explotación de futuros yacimientos mineros y energéticos para fortalecer el fondo de defensa que viene financiándose con parte de las regalías del gas de Camisea.
La defensa nacional es como una póliza de seguros (contra riesgos razonables), que el Estado está obligado a renovar anualmente para proteger la integridad, la soberanía y la viabilidad nacional. Por tanto la defensa es un bien público con igual jerarquía a la salud y la educación.
Su financiamiento no puede estar librado al azar ni fijarse aleatoriamente según la precariedad de los presupuestos anuales de la República. Por eso urge encontrar mecanismos estables para no volver a la precariedad del núcleo básico eficaz (que supuestamente daría respuesta durante 30 días a una eventual agresión) que propuso inicialmente este gobierno, destinando un presupuesto mísero de 650 millones de dólares entre el 2006 y el 2011.
Para subsistir en hipótesis bélicas básicas, necesitamos primero sanear el drama salarial del personal militar en actividad, frenando de inmediato la descapitalización humana sobre todo en la FAP ; también debemos mantener y desarrollar la infraestructura defensiva; y, asegurar la movilidad de personal y equipos. Todo lo cual debe financiarse con recursos regulares.
Luego, es imperativo recuperar poderío aéreo con alta tecnología; modernizar y multiplicar la artillería; repotenciar la fuerza de submarinos; garantizar el suministro de armamento, municiones y combustible y garantizar el despliegue preventivo para compensar la asimetría con los vecinos. El financiamiento de esto debe salir del canon propuesto por el vicepresidente Giampietri; aunque también debe evaluarse la posibilidad de desarrollar una industria militar propia captando capitales privados que se escapan de la crisis financiera.
En la paz estos tópicos suelen ser incomprendidos. Pero, llegado el caso, la falta de previsión es una forma de traición al interés de la patria.
CRISIS Y DEFENSA NACIONAL
Por Hugo Guerra
La defensa es como una póliza de seguro que el Estado debe renovar
Ilustrado lector, en situaciones de crisis financiera mundial como la presente, uno de los fenómenos colaterales más peligrosos es la alteración de la paz. Así, el crack de 1929-1933 prologó la II Guerra Mundial.
Hoy, en pleno abismo especulativo estadounidense, Venezuela está introduciendo en la región componentes de amenaza bélica que alcanzan hasta el pronto desarrollo de armas nucleares. En paralelo, frente a la crisis boliviana Chile deja conocer que, a pese a ser ya la primera potencia militar del cono sur, dispone de US$3.000 millones para seguir incrementando su panoplia.
En un contexto tan volátil es acertada la propuesta de establecer un canon a la explotación de futuros yacimientos mineros y energéticos para fortalecer el fondo de defensa que viene financiándose con parte de las regalías del gas de Camisea.
La defensa nacional es como una póliza de seguros (contra riesgos razonables), que el Estado está obligado a renovar anualmente para proteger la integridad, la soberanía y la viabilidad nacional. Por tanto la defensa es un bien público con igual jerarquía a la salud y la educación.
Su financiamiento no puede estar librado al azar ni fijarse aleatoriamente según la precariedad de los presupuestos anuales de la República. Por eso urge encontrar mecanismos estables para no volver a la precariedad del núcleo básico eficaz (que supuestamente daría respuesta durante 30 días a una eventual agresión) que propuso inicialmente este gobierno, destinando un presupuesto mísero de 650 millones de dólares entre el 2006 y el 2011.
Para subsistir en hipótesis bélicas básicas, necesitamos primero sanear el drama salarial del personal militar en actividad, frenando de inmediato la descapitalización humana sobre todo en la FAP ; también debemos mantener y desarrollar la infraestructura defensiva; y, asegurar la movilidad de personal y equipos. Todo lo cual debe financiarse con recursos regulares.
Luego, es imperativo recuperar poderío aéreo con alta tecnología; modernizar y multiplicar la artillería; repotenciar la fuerza de submarinos; garantizar el suministro de armamento, municiones y combustible y garantizar el despliegue preventivo para compensar la asimetría con los vecinos. El financiamiento de esto debe salir del canon propuesto por el vicepresidente Giampietri; aunque también debe evaluarse la posibilidad de desarrollar una industria militar propia captando capitales privados que se escapan de la crisis financiera.
En la paz estos tópicos suelen ser incomprendidos. Pero, llegado el caso, la falta de previsión es una forma de traición al interés de la patria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario