El auge guanero 1840-1883, una historia más de oportunidades desperdiciadas
Por U. Nikolai Alva
Episodios de bonanza en la economía peruana debidos a la riqueza en recursos naturales hubo muchos, siendo uno de los más emblemáticos aquel referente al auge guanero. Célebre porque gracias al cuasi monopolio del Perú en un insumo básico para la agricultura mundial, quienes participaron de su comercio percibieron ganancias exorbitantes; así como el Estado, que obtuvo cuantiosos ingresos. No obstante, cuando se agotó el recurso, la situación del país era sumamente precaria. ¿A dónde fue a parar aquella riqueza? ¿Por qué el Perú no despegó al desarrollo? Ya que ahora está nuevamente en palestra el tema de nuestros inmensos recursos naturales y se atribuye la culpa del subdesarrollo a aquellos que impiden su aprovechamiento, vale la pena que repasemos la historia del boom del guano, quizá aprendamos algo. LA ECONOMÍA DEL GUANO Si bien extraer el guano y embarcarlo eran procesos simples, se requería de una gran inversión para costear dichas actividades. Por ello, el capital extranje- ro desempeñó un papel importante. Incluso, durante la época de los consignatarios, estos realizaban sus operaciones apoyados en el capital de sus socios extranjeros (Levin 1960)1. La extracción de guano era intensiva en mano de obra y, por las peculiaridades del producto, consistía en un trabajo sumamente arduo. Se prefirió usar mano de obra extranjera: los culíes chinos, quienes ganaban salarios de subsistencia. Es decir, el impacto del guano como generador de empleo directo fue ínfimo. EL PAPEL DEL ESTADO En un inicio, el Estado desempeñaba un papel meramente regulador. Sin embargo, cuando descubre la gran riqueza que se podría obtener, en especial por la penuria fiscal que atravesaba, trató al guano como una propiedad. Los sistemas de ventas que escogió fueron: la consignación bajo el control de casas extranjeras (1840- 1862), luego la consignación a cargo de “los hijos del país” (1862-1868) y, finalmente, el monopolio Dreyfus (1869-1883). Esto último enfrentó al Gobierno con la elite de negocios. Dada la coyuntura, para el Estado tan urgido de dinero, resultaba preferible tomar una decisión impopular (impopular para la elite limeña: clase dirigente del país) con tal de obtener más fondos. Quizá podría criticarse que el Estado haya visto el recurso guano como una propiedad, pero ello resulta justificable, dado que el recurso se encontraba en tierras que no estaban bajo el control privado y porque podría proveer al país de una gran riqueza. VALOR DE RETORNO Y ESLABONAMIENTOS Levin califica al caso de las exportaciones guaneras peruanas como el típico enclave cerrado, sin conexiones (o con muy pocas) con la economía nacional. Por lo tanto, no generaría riqueza al país. Ello sería erróneo, como lo prueba Hunt (1973a)2 al comparar el guano con el caso del cobre chileno, ejemplo estándar de enclave. Hunt llega a la conclusión que el guano permitía un alto valor de retorno: 70%, mientras que en el caso del cobre chileno fue de 37% (para los años 1925- 1929). En el caso del guano, la bonanza fiscal corroboraría que el Gobierno peruano tuvo un gran control del recurso. No obstante, la industria de extracción del guano, en general, generaba muy pocos eslabonamientos. Hubo eslabonamientos hacia atrás, más en lo referente al sector servicios que en bienes de capital. El abastecimiento a las embarcaciones que transportaban el guano habría sido una de las principales actividades conexas (Levin 1960). En lo referente a los eslabonamientos hacia delante, dado que no requería valor agregado y que los consumidores finales se encontraban en el exterior, no los generó de manera importante. ¿QUÉ HICIMOS CON TODA AQUELLA RIQUEZA? Como se deduce del gráfico 1, casi todos los peruanos se vieron beneficiados –unos más que otros– por la bonanza proveniente del guano. Antes de 1868, la mayor parte de los ingresos fue destinada a favorecer los intereses de los que estaban al mando: consolidación. La consolidación permitió a los particulares el capital necesario para emprender actividades económicas; sin embargo, estos, en lugar de hacer empresa, prefirieron un comportamiento rentista. No hubo ningún impacto significativo dentro de la economía peruana. Por el contrario, alentando la especulación, convirtió a los beneficiarios en una clase parasitaria y, de manera simultánea, generó el empobrecimiento de las clases populares. Además, la inyección de circulante generó inflación (Bonilla 1974)3. El guano generó una liquidez bastante grande como para aumentar la demanda interna, pero, a pesar de ello, ni la productividad ni la producción se incrementaron. En parte, porque el consumo principal de los beneficiarios estuvo constituido básicamente por importaciones. El Gobierno, con el deseo de promover el desarrollo del país, se embarcó en la construcción de ferrocarriles, los cuales desafortunadamente costaron mucho y no dieron el resultado esperado. Los ferrocarriles no se articularon a la estructura interna de la economía peruana; por el contrario, fueron vehículos de desintegración de la economía campesina y los canales mediante los cuales reforzó la dependencia exterior del Perú. A la vez, precipitaron la bancarrota del Estado (Bonilla 1974). Los ferrocarriles no unían al Perú Norte-Sur, unían zonas productoras de materias primas con los puertos. ENSAYANDO EXPLICACIONESLas principales explicaciones del fracaso económico encuadrarían en lo que la literatura económica llama dutch disease, que consiste básicamente en los efectos perniciosos que aparecen en la economía a causa de un aumento inesperado y considerable de un producto de exportación basado en recursos naturales. En ese sentido, uno de los principales efectos del auge guanero fue la sobrevaluación de los términos de intercambio, lo cual dificultó el desarrollo de industrias de sustitución de importaciones. Además, la abundante llegada de beneficios inhibió el desarrollo de la industria local (Hunt 1973b)4. Así, en la era del guano se destruyó parcialmente a la clase artesana, que contenía el germen del potencial empresarial necesario para avanzar al desarrollo (Hunt 1973b). En su lugar, proveía una sobreoferta de riqueza para un crecimiento rápido (corto plazo). Después de ello, el Perú termina profundamente pobre y subdesarrollado, el siglo XIX fue el de las oportunidades perdidas. Hubo ahorros y cierta inversión, desde luego, en los sectores que ofrecían una mayor rentabilidad: el guano y las actividades relacionadas, y en la agricultura para exportación: algodón y azúcar. Fue muy poco lo invertido en industrias para el mercado interno por el reducido tamaño del mercado peruano, ya que la riqueza del guano se concentró en pocasmanos (Levin 1960). La inversión de los ingresos en el sector agrícola, por tratarse de materias primas dirigidas al mercado europeo (algodón y azúcar), contribuyó a reafirmar los patrones de dependencia (Bonilla 1974). Otra desventaja de las exportaciones dematerias primas ha sido su persistente tendencia a sufrir fuertes fluctuaciones de volumen y precios (Levin 1960: 11-12). Desde luego, el guano no fue la excepción, peor aún, la caída de precios, al final del período, coincidió con el casi agotamiento del recurso. A MODO DE CONCLUSIÓN Si bien se requiere de condiciones necesarias para que haya desarrollo económico, no existen condiciones suficientes que por inercia nos lleven a ese fin. Durante la era del guano fluyó una gran riqueza, tanto a manos del Estado como de la elite empresarial. Sin embargo, esto no redundó en desarrollo. Los problemas estructurales del siglo XXI son los mismos del siglo XIX: un reducido mercado interno, pocos eslabonamientos de la economía y una reducida demanda de mano de obra nacional que requiere el sector primario exportador basado en recursos naturales, el cual era y es el principal componente de nuestras exportaciones. Cuando la mayor parte de los beneficios estuvo en el sector privado: los consignatarios, estos se convirtieron en rentistas y derrocharon la riqueza; y cuando estuvo bajo control del Estado, este también hizo un mal uso de la riqueza, dilapidándola en lugar de promover el desarrollo. Como mencionásemos en el epígrafe, seguimos con el modelo primario exportador desde tiempos coloniales. Los errores del pasado se parecen demasiado a los del presente, ojalá no estemos condenados a repetirlos. 1 Levin, Jonathan (1960). The Export Econonomies: Their Pattern of Development in Historical Perspective. Cambridge: Harvard University Press (la versión castellana: Las economías de exportación: esquema de su desarrollo en la perspectiva histórica. México: Editorial Hispano Americana, 1964). 2 Hunt, Shane (1973a). “Price and quantum estimates of peruvian exports, 1830-1962”. New Jersey: Princeton University. 3 Bonilla, Heraclio (1974). Guano y burguesía en el Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos. 4 Hunt, Shane (1973b). Growth and guano in nineteenth century Peru, Discussion Paper Nº 34. Princeton: Princeton University,Woodrow Wilson School, febrero.
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